“¡Esto no me da aire!” – “¡No puedo respirar!” – “¡Más plomo! Que no puedo bajar…»
Son expresiones muy comunes en un barco de buceo. Y tercos cómo somos, cuanto más insistimos en bajar, ná, va a peor.
Lo que nos ocurre es que nuestro primitivo cerebro de mono desarrolló uno mecanismos de defensa diseñados para detectar el agua. Estos sensores de humedad se encuentran en las mejillas, junto a las narices. Funciona muy simple. Si el agua toca la cara, se activa la alarma para despertar el síndrome mamífero.
El sistema fluye así: llega la alarma y el cerebro activa automáticamente un disparo de adrenalina, cortisol, retención involuntaria de la respiración (taquipnea), aderezado después con un descenso del ritmo cardíaco (bradicardia). ¡Por eso te lavas la cara por las mañanas!
Incluso al poco tiempo hay una respuesta psicológica con una modificación nada sutil de las ondas cerebrales, que terminan asemejándose a las ondas que emite nuestro cerebro durmiendo. Y es que bucear es un “sueño”, pero eso también acarrea una manera de pensar más lenta e irreal.
Y en todo este proceso, el buceador con poca experiencia que entra al agua, no consigue interpretar que le pasa, y se angustia!! Claro!, las continuas apneas para no tragar agua, retienen una gran cantidad de Dióxido de Carbono (CO2) en los pulmones y la sangre, lo que la acidifica, y el cerebelo manda una señal de angustia, de hambre de aire al cerebro, que en nuestra cultura occidental, se interpreta como ME FALTA AIRE, TOMA AIRE… y nos ponemos a inhalar, cuando lo que necesitamos es exhalar y limpiar nuestros pulmones del tóxico.
Este regulador no funciona y me falta aire, y me agobio, serán las frases que empiezan a salir de la boca, entre bocanada y bocanada de aire, con lo ojos desorbitados y la máscara en la frente (que empeora el estado por el contacto con el agua) porque me molesta para respirar. Mientras el cerebro está demasiado “ocupado” en su falsa preocupación, olvidándose incluso de hinchar el chaleco de flotabilidad.
Tanquilooooss, es normal.
Se soluciona, pasando unos segundos (menos de un minuto) con la cara en el agua, y respirando con el regulador sin máscara en superficie, serán suficientes para poder colocarse la máscara y concentrarse en una respiración profunda, que significa exhalar profundamente antes de tomar aire en una inhalación automática y sin esfuerzo. Y si no te sale: GRITA. Es una exhalación profunda y te quedas muy a gustico luego.
Espero que te sea funcional este blog y podamos disfrutar de inmersiones divertidas y excitantes.
2 replies on “EL SINDROME MAMARIO o PORQUÉ ME LAVO LA CARA”
Muy bien explicado como actúa nuestro organismo, desde situaciones como primeras inmersiones, esas primeras sensaciones que suelen ser nuevas para tu cuerpo, como actúa nuestro cuerpo ante la Hipercapnia, pero sobre todo muy bien como has explicado el «Reflejo Mamífero», de una forma clara y que puede entender todo el mundo, me ha gustado mucho.
Muchas gracias, la realidad es que son situaciones bien simples las que complican las inmersiones.