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El agua, cristalina, a temperatura veraniega.
La paz interior que te proporciona saber que te puedes despreocupar de todo, excepto de analizar el nitrox en tus botellas.
Acostumbrarte al tañer de la campana, que llama a briefing o al restaurante para reponer fuerzas.
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Y esas charlas con amigos nuevos y antiguos, invariablemente sobre experiencias de buceo, en las cubiertas del barco, con la única variante de la cerveza por el refresco en la mano tras la última inmersión del día.
Cientos de sensaciones y momentos inolvidables concentrados en una semana de buceo, de la mano de profesionales conocedores de la zona y dispuestos a ayudarte en todo.
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Personalmente este crucero tenía un significado muy especial. Era la quinta ocasión en que acudía a Mar Rojo, y esta vez me propuse ver los tiburones que no ha había conseguido ver en ocasiones anteriores. Rebe y Charlie, nuestros anfitriones a bordo, nos habían aconsejado estas fechas a caballo entre octubre y noviembre por las altas posibilidades de asistir al espectáculo de los escualos que tantas veces se me había escapado.
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«Cientos de sensaciones y momentos inolvidables concentrados en una semana de buceo»
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Y a fe que cumplieron con sus pronósticos. Nuestro grupo, entre el asombro y la incredulidad, fue testigo del baile de los tiburones oceánicos de puntas blancas, el famoso Longimanus; pero también de la presencia algo más huidiza del ansiado tiburón martillo, e incluso se dejó ver el tiburón zorro: la guinda del show. Cuando además cuentas a bordo y entre los clientes con un fotógrafo de reputación como Pedro, que te deja revivir cada momento tras las inmersiones con una exhibición de sus fotografías del día, la experiencia se torna inolvidable.
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Y no sólo de vida marina se alimentó nuestro ánimo: también tuvieron su parte en ello las inmersiones en pecios, como los inolvidables “Numidia” y “Aida”, que nos dejaron con el deseo de reemprender su exploración con recursos de buceo técnico para poder recorrer sus entrañas a conciencia.
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Sólo una nota negativa entre tantas positivas y alegres: es muy evidente la influencia del aumento de temperatura del agua en las condiciones del coral. Esporádicamente encontramos zonas de coral muerto que nos hicieron recordar la importancia del desafío global al que nos enfrentamos: la conservación de nuestro entorno siguiendo unas pautas de crecimiento sostenible.
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Aquí tienes el enlace al vídeo que muestra algunas de las sensaciones de esta experiencia Rivemar de la mano de Rojo Dive Safari:
https://www.youtube.com/watch?v=1vawkJZntas
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